Asperger
fue un psiquiatra infantil vienés, quien a través de su trabajo con el
Movimiento de la Juventud Alemana, se interesó en la capacidad de
algunos niños para formar grupos (Asperger, 1979). Más adelante tomará
contacto con “niños altamente inteligentes con peculiaridades
interesantes, con conductas tan difíciles que era imposible mantenerlos
en la escuela o en sus familias”. Su trastorno constituía un ejemplo de
la falta de capacidad de algunos niños de formar grupos, “el disturbio
no es tanto intelectual, sino que más bien se muestra en la relación del
niño con otros seres humanos, en su falta de contacto”. Su descripción
original de estos niños con “autistichen psychopaten” enfatizaba la
dificultad de estos niños para comprender la expresión emocional, y la
naturaleza oscura e ininterpretable de sus propias emociones. Desde el
reporte de
Asperger, los términos de psicopatía autística y Síndrome de
Asperger (SA), han sido utilizados de forma indistinta, aunque el
primero connota algún tipo de conducta antisocial o violencia, el
segundo, más neutral parece preferible.
Este síndrome ha atraído la atención
recientemente, con muchos casos reportados. El término está lejos de ser
aceptado a nivel mundial, ya que permanece en la controversia. Sin
embargo, existe un alto nivel de acuerdo en cuanto al síndrome de
Asperger, y el hecho que comparte muchas de las características del
autismo infantil, particularmente el déficit a nivel social, el cual se
constituye su principal característica, y que el niño con un síndrome
Asperger típico es inteligente, con un uso fluido del lenguaje pero con
una utilización muy original del mismo, torpe motoramente, un seguidor
persistente de intereses inusuales e idiosincráticos y aislado de otros
por una forma extraña de comportarse que le impide situaciones de
carácter social.
El
síndrome de Asperger es un trastorno severo del desarrollo, que
conlleva una alteración neurobiológicamente determinada en el
procesamiento de la información. La persona que lo presenta tiene un
aspecto e inteligencia normal o incluso superior a la media, presenta un
estilo cognitivo particular y frecuentemente, habilidades especiales
en áreas restringidas.
El síndrome de Asperger se manifiesta
de diferente forma en cada individuo pero todos tienen en común las
dificultades para la interacción social, especialmente con personas de
su misma edad, alteraciones de los patrones de comunicación
no-verbal, intereses restringidos , inflexibilidad cognitiva y
comportamental, dificultades para la abstracción de conceptos,
coherencia central débil en beneficio del procesamiento de los
detalles, interpretación literal del lenguaje, dificultades en las
funciones ejecutivas y de planificación, la interpretación de los
sentimientos y emociones ajenos y propios.
Supone una discapacidad para entender el
mundo de lo social, que se manifiesta al nivel de comportamientos
sociales inadecuados proporcionándoles a ellos y sus familiares
problemas en todos los ámbitos. Los déficits sociales están presentes
en los aspectos del lenguaje, las dificultades en el ritmo de la
conversacion y es frecuente la alteración de la prosodia (entonación,
volumen, timbre de voz, etc) Asimismo suelen estarlo los patrones de
contacto ocular, gestual, etc. En la mayoria de los casos
dificultades en la coordinación motora
Es un trastorno muy frecuente (de 3 a 7
por cada 1.000 nacidos vivos) que parece tener mayor incidencia en
niños que niñas. Recientemente reconocido por la comunidad científica,
como entidad diferenciada del autismo, es todavía poco conocido entre
la población general e incluso por muchos profesionales.
Asperger, sin aditivos, al natural,…
El libro titulado Descubrir El Asperger,
de Ramón Cererols, quien describe cómo se siente alguien con el
síndrome que lleva el apellido de Hans Asperger, quien nació el 18 de
febrero de 1906. Cererols describe algunos síntomas así:
“(…)
Imagina por un momento que existiese un trastorno mental de nacimiento,
incurable, producido por una alteración en la estructura y
funcionamiento del cerebro, que afectase totalmente a la manera cómo la
persona capta el mundo, que le dificultase la formación de imágenes
mentales de los demás y de él mismo, obstaculizándole así sus relaciones
con las demás personas, que le obligase a un esfuerzo continuo para
llegar a entender racionalmente lo que a los otros les viene dado por la
naturaleza, que por ejemplo no pudiese recordar las caras, que no
utilizase el lenguaje para pensar, que necesitase la rutina y temiese
cualquier cambio imprevisto, ni que fuese de cosas positivas. Imagina
que la persona que lo sufre no es consciente del trastorno, y que
piensa, que es un problema personal de carácter, y que como consecuencia
de ello pasa por la vida autoculpándose de las cosas que no es capaz de
hacer, o todavía peor, de las que ha hecho mal. Imagina que día tras
día intenta esconder a todos este interior suyo que le avergüenza,
mostrando una fachada que pueda parecerse a la manera como son los
demás, una fachada que es al mismo tiempo una barrera que le hace vivir
en una actuación constante, dentro de un personaje que no es él. Imagina
que esta situación no hace sino aumentar su problema generándole
ansiedad y depresión. Imagina, además, que no se trate de un trastorno
excepcional, sino relativamente corriente, que afecta en todo el mundo a
una de cada 100 personas (…)”.
Cuando Arlensiú Daza leyó este libro se
sintió identificada. Ella tiene 24 años y hace poco fue diagnosticada
con el síndrome de Asperger, ella como miles de personas que viven con
esa condición llegó al diagnóstico por sí misma. Esta chica dio con el
trastorno investigando y ahora que se acerca el Día Mundial del síndrome
Asperger, a conmemorarse el 18 de febrero, se atreve a superar sus
miedos y a decir:
“No hay nada más esclarecedor,
estimulante y gratificante que entender quienes somos y por qué, esto
nos ayuda a crear mejores herramientas para nuestras vidas (…) El
Asperger está en todas partes, aunque no lo veas. No más diagnósticos
tardíos”, esa es la lucha que lleva adelante esta joven actriz y
fotógrafa que no quiere que haya más incomprensión, discriminación o
maltrato para alguien con Asperger.
Y para evitar que sean tratados como
unos “raros” o que se sientan incomprendidos, apela a la luz del
conocimiento, que es el único método que hace posible su misión. Una
tarea difícil porque quienes viven con la condición del síndrome de
Asperger no presentan síntomas evidentes a la vista. Un chico con esta
condición pasa inadvertido fácilmente y para las demás personas no es
más que “el quisquilloso”, el asocial o el cerebrito del grupo.
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