Cuentos

                   EL AMOR ES CIEGO.




Cuenta la leyenda que una vez se reunieron en un lugar de la tierra todos los sentimientos y cualidades de los hombres. Cuando el Aburrimiento había bostezado por tercera vez, la Locura, como siempre tan loca, les propuso:


- ¿Jugamos al escondite?

La Intriga se levantó con los ojos fruncidos, y la Curiosidad sin poder contenerse preguntó:


- ¿Al escondite? ¿Y cómo es eso?

Es un juego – explicó la Locura – en el que yo me tapo la cara y comienzo a contar desde uno hasta un millón mientras ustedes se esconden y, cuando yo haya terminado de contar, el primero de ustedes que encuentre, ocupará mi lugar para continuar el juego.




El Entusiasmo se halló secundado por la Eufroia. La Alegría dio tantos saltos que terminó por convencer a la Duda, e incluso la Apatía a la que nunca le interesaba nada. Pero no todos quisieron participar. La Verdad prefirió no esconderse; ¿para qué? Si al final siempre le hallaban. La SOBERBIA opinó que era un juego muy tonto (en el fondo, lo que le molestaba era que la idea no había sido suya), y La Cobardía prefirió no arriesgarse.


- Uno, dos, tres…. comenzó a contar la Locura.




La primera en esconderse fue la Pereza, que como siempre, se dejó caer tras la primera piedra del camino. La Fe subió al cielo y la Envidia se escondió tras la sombra del Triunfo, que con su propio esfuerzo había logrado subir a la copa del árbol más alto.


La Generosidad, casi no alcanzaba a esconderse; cada sitio que hallaba le parecía maravilloso para alguno de sus amigos: ¿qué si un lago cristalino? ¡ Es ideal para la Belleza!; ¿Qué si la rendija de un árbol? Perfecto para la Timidez; ¿qué si el vuelo de una mariposa? ¡ Lo mejor para la Voluptuosidad!; ¿qué si una ráfaga de viento? ¡ Magnífico para la Libertad! Así que terminó por ocultarse en un rayito de sol. El Egoismo, en cambio, encontró un sitio muy bueno desde el principio, ventilado, cómodo… eso sí, sólo para él.




La Mentira se escondió en el fondo de los océanos (¡mentira, en realidad se escondió detrás del arco iris); y La Pasión y el Deseo en el centro de los volcanes, el Olvido …¡se me olvidó donde se escondió!… pero no es lo importante.


Cuando la Locura contaba 999999, el Amor aún no había encontrado sitio para esconderse, pues todo se encontraba ocupado, hasta que divisó un rosal y, enternecido, decidió esconderse entre sus flores.




- ¡Un millón! – contó la Locura y comenzó a buscar.


La primera en aparecer fue la Pereza, sólo a tres pasos de la piedra. Después escuchó a la Fe discutiendo con Dios en el cielo sobre zoología, y a la Pasión y al Deseo los sintió en el vibrar de los volcanes.




En un descuido encontró a la Envidia, y claro, pudo deducir donde estaba el Triunfo. Al Egoísmo no tuvo ni que buscarlo; él solito salió desesperado de su escondite que había resultado ser un nido de avispas.


De tanto caminar sintió sed y al acercarse al lago descubrió a la Belleza. Y con la Duda resultó más fácil todavía pues la encontró sentada sobre una cerca sin decidir aún en que lado esconderse.


Así fue encontrando a todos: el Talento entre la hierba fresca, la Angustia en una oscura cueva, la Mentira detrás del arco iris… (¡Mentira, ella estaba en el fondo del océano!), y hasta el Olvido, al que ya se le había olvidado que estaba jugando al escondite.




Pero sólo el Amor no aparecía por ningún sitio.



La Locura buscó detrás de cada árbol, bajo cada arroyuelo del planeta, en la cima de las montañas y, cuando estaba a punto de darse por vencida, divisó un rosal y las rosas… Y tomó una horquilla y comenzó a mover las ramas, cuando de pronto un doloroso grito se escuchó. Las espinas habían herido en los ojos al Amor y la Locura no sabía que hacer para disculparse; lloró, rogó, pidió perdón, y hasta prometió ser su lazarillo.




Desde entonces, desde que por primera vez se jugó al escondite en la tierra,


El amor es ciego y la locura siempre, siempre le acompaña.




cuento de Mario Benedetti

*****


LA MARCA


Cuando yo era niño, aún muy pequeño, mi padre compró el primer teléfono de nuestro vecindario. Recuerdo bien aquel aparato negro y brillante que se hallaba sobre la cómoda de la sala. Yo era muy chico para alcanzarlo, pero me quedaba escuchando fascinado mientras mi madre hablaba con alguien.

Un día descubrí que dentro de aquel objeto maravilloso vivía una persona fantástica. Se llamaba
“Información, por favor” y no había nada que ella no supiera. “Información, por favor” podía suministrar cualquier número de teléfono y hasta la hora correcta.

Mi primera experiencia personal con ese genio de la botella vino un día en que mi madre se encontraba fuera, en casa de unos vecinos. Yo estaba en el garaje, revolviendo en la caja de herramientas, cuando me golpeé un dedo con el martillo. El dolor era terrible, pero no tenía motivo para llorar, ya que no había nadie para consolarme.

Andaba por la casa chupándome el dedo dolorido, hasta que pensé:

“¡El teléfono!”.

Rápidamente cogí una pequeña escalera que coloqué frente a la cómoda de la sala. Me subí a la escalera, descolgué el auricular del gancho y lo apreté contra mi oído.

Alguien atendió y yo dije:

“Información, por favor”.

Oí dos o tres clics, hasta que una voz suave y nítida habló en mi oído.

“Información. Dígame”.

“Me he golpeado el dedo...” y las lágrimas vinieron fácilmente, ahora que tenía audiencia.

“¿Tu madre no está en casa?”, preguntó ella.

“No, no hay nadie”, sollozaba.

“¿Estás sangrando?”

“No, pero me he golpeado con el martillo y me duele mucho”.

“¿Puedes abrir la puerta del congelador?”

Respondí que sí.

“Entonces coge un cubito de hielo y póntelo en el dedo”, dijo la voz.

Tras aquel día, yo conectaba con “Información, por favor” por cualquier motivo.

Ella me ayudó con mis dudas de geografía y me enseñó dónde estaba Filadelfia. Me ayudó con los ejercicios de matemáticas. Me enseñó que la pequeña ardilla que traje del bosque tendría que comer nueces y pequeñas frutas...

Cuando Petey, mi canario, se murió, yo llamé a “Información, por favor” y le conté lo ocurrido. Ella me escuchó y comenzó a hablar de esas cosas que se le dicen a un niño que está creciendo. Pero yo me sentía inconsolable y preguntaba:

“¿Por qué tienen que morirse unos pajaritos que cantan tan bien y dan alegría a los demás?”...

“Paul, recuerda siempre que existen otros mundos donde también se puede cantar”.

De alguna manera, después de esto me sentí mejor.

Al día siguiente, allá estaba yo de nuevo.

“Información. Dígame”, dijo la voz ya tan familiar.

“¿Usted sabe cómo se escribe excepción?”.

Todo esto aconteció en mi ciudad natal, al norte del Pacífico.

Cuando yo tenía 9 años, nos mudamos a Boston. Añoraba mucho a mi amiga. “Información, por favor” pertenecía a aquel viejo aparato telefónico negro, y yo no sentía ninguna atracción por nuestro nuevo teléfono blanco que se hallaba sobre la cómoda de la nueva sala.

Pasó el tiempo y fui creciendo, pero los recuerdos de aquellas conversaciones infantiles nunca se alejaron de mi memoria.

Frecuentemente, en momentos de duda o perplejidad, he intentado recuperar el sentimiento de seguridad tranquila que tenía en aquel entonces.

Hoy puedo comprender lo muy paciente, comprensiva y dulce que fue aquella mujer al perder su tiempo en atender las consultas de un niño.

Algunos años después, cuando ya iba a la universidad, mi avión hizo escala en Seattle. Yo tenía más o menos media hora entre los dos vuelos. Hablé por teléfono con mi hermana, que vivía allí, unos quince minutos. Entonces, casi sin darme cuenta, marqué el número de la operadora de mi ciudad natal y pedí:

“Información, por favor”.

Como en un milagro, escuché la misma voz dulce y clara que tan bien conocía:

“Información. Dígame”.

“¿Usted sabe cómo se escribe excepción?” pregunté.

Se produjo una larga pausa. Luego, una suave respuesta:

“Tu dedo ya está mejor, ¿verdad Paul?”.

Me eché a reír.

“¡Así que es usted misma! ¡No se imagina lo importante que fue para mí en aquel tiempo!”

“Sí que lo imagino. Y tú no sabes cuánto significaba para mí aquella comunicación. No tengo hijos y me pasaba el día esperando tu llamada”.

Le conté lo mucho que me había acordado de ella en los últimos años y pregunté si podría visitarla cuando fuese a ver a mi hermana.

“¡Claro que sí! Pregunta por Sally”.

Tres meses después fui a Seattle. Al telefonear, me respondió una voz desconocida.

“¿Podría hablar con Sally?”, dije.

“¿Usted es amigo de ella?”, preguntó la voz.

“Soy un viejo amigo. Mi nombre es Paul”.

“Lo siento mucho, pero últimamente Sally estaba trabajando aquí sólo a media jornada, porque se encontraba enferma. Por desgracia, murió hace cinco semanas”.

Antes de que yo pudiera colgar, la voz añadió:

“Espere un momento. ¿Dijo usted que su nombre es Paul?”...

“Sí”.

“Sally le dejó un mensaje. Lo escribió y me pidió que yo lo guardase por si usted llamaba. Se lo voy a leer”.

El mensaje decía:

“Dile que aún creo que existen otros mundos donde la gente también puede cantar. Él lo comprenderá”.

Di las gracias y colgué.

Lo comprendí.

“NUNCA SUBESTIMES LA MARCA QUE DEJAS EN LOS DEMÁS”.

*****
 
   
 LA VACA...


Cuenta la historia que un maestro quería enseñarle a su discípulo los secretos para vivir una vida próspera y feliz; así, entendiendo que una de las más grandes ataduras de algunas personas es el “conformismo” pues decidió empezar por allí.

El maestro sabía que para que el joven pudiera entender esa importante lección tenía que ver por si mismo que sucede cuando una persona se acomoda en la cama del conformismo. Así que el maestro llevó al joven discípulo al pueblo más pobre de la región y una vez allí buscaron la casa más pobre de todo el pueblo, en la parte mas alejada de un caserío se pararon frente a la casa mas fea, ruinosa, descuidada, a punto de derrumbarse y llegaron a la conclusión que los que habitaban en esa casa era la familia mas pobre. La casa estaba realmente en malas condiciones, las paredes parecían que se vendrían abajo en cualquier momento, había basura y desperdicios por todo el patio causando un olor nauseabundo de la casa y en el techo había huecos por todas partes.

En aquella casa, en franca decadencia, vivían 8 personas vestidas de forma muy sucia y con ropas rotas y viejas pero lo más triste eran sus miradas, la pobreza se había apoderado no sólo de su exterior si no de su interior.

Pero de manera disonante, en todo este paisaje bastante tiste ellos tenían una posesión, tenían “una Vaca” y como era su única posesión, todo giraba en torno al animal. Era realmente lo más importante de aquella familia a pesar de que la pobre vaca producía muy poca leche que era el poco alimento con lo que sobrevivía esa familia.

Y Justamente esa misma vaca era la que marcaba la diferencia entre ellos y sus vecinos por que de alguna manera ellos pensaban, “nosotros no estamos tan mal. Nosotros tenemos una vaca y ellos no”.

Y allí en medio de esa pobreza, el maestro y el discípulo pasaron la noche y al día siguiente muy temprano antes de que el sol saliera, decidieron regresar. Pero antes de salir el maestro le dijo al joven “es hora de que aprendas la lección por la cual estamos aquí”. Y dicho esto sacó un puñal y ante los ojos incrédulos del discípulo, el maestro apuñaló de manera mortal a la pobre y vieja vaca.

¡Cómo has podido matar a la vaca!, ¡Esta familia morirá de hambre! comenzaron los reproches de parte del discípulo que estaba realmente incrédulo de lo que sus ojos acababan de ver.

El maestro ignorando el rosario de reproches emprendió el camino a casa, mientras el discípulo lo seguía sin dejar de pensar que esa acción había condenado a esa familia a la muerte.

Un año mas tarde el maestro llamo a su discípulo para informarle que emprenderían de nuevo el viaje de retorno a ese pueblo, para saber que había sucedido con aquella desdichada familia.

El Joven discípulo no podía dejar de cuestionarse sobre aquella noche y aun con mucho pesar accedió volver a aquel pueblo. Pero ocurrió un problema…. los dos viajeros no lograban ubicar aquella humilde vivienda aunque el lugar era el mismo, aquella casita ya no estaba y en su lugar había una casa grande que había sido construida recientemente.

El joven trataba de callar las voces de su mente que le decían que seguramente esa familia había muerto de hambre y otros tomaron aquel terreno. Ese joven estuvo a punto de regresar por sus mismos pasos para no confirmar sus peores sospechas, cuando en ese momento salió de la casa un hombre que para su sorpresa era el mismo hombre que 1 año atrás les había dado posada. El joven no podía creerlo, ese hombre que salía de esa hermosa casa, estaba limpio, bien vestido, y tenia una hermosa sonrisa. Era obvio que algo extraordinario había sucedido.

Los dos interceptaron a aquel hombre y el discípulo con toda su incredulidad le pregunto: ¿Cómo es posible? ¿Qué ha pasado? Hace un año cuando estuvimos aquí estaban ustedes sumidos en la más absoluta pobreza.

Aquel hombre ignorando que sus dos amigos habían sido los causantes de la muerte de su vaca los invitó a pasar a la casa y allí les contó que aquella misma noche en lo que los dos se fueron, algún vecino lleno de envidia por su “pequeña riqueza” había matado su vaca.

Confesó que la primera reacción había sido la desesperación ya que su escasa leche los había mantenido en aquella pobreza. Sin embrago nos dimos cuenta que teníamos que hacer algo para no morir de hambre así que limpiamos el patio de la parte de atrás de la casa y allí sembramos algunas semillas de la temporada.

Después de un tiempo nos dimos cuenta que aquella improvisada granja producían más de lo que necesitábamos y que la tierra era realmente fértil. Así que decidimos vender algunos vegetales a nuestros vecinos… y terminamos vendiendo los vegetales en el mercado del pueblo.
Y por primera vez en muchos años sucedió que pudimos comprar ropa bonita y arreglar nuestra casa. Es como si la trágica muerte de aquella vaca nos llevó a una nueva vida.

Aquel discípulo estaba realmente asombrado por que finalmente entendió el aprendizaje que su maestro quería demostrarle. La muerte de aquella vaca no era el final para aquella familia, sino el principio de una nueva vida.

El maestro llamó al discípulo aparte y le pregunto: ¿tú crees que si esta familia aun tuviera su vaca hubieran logrado todo esto que han obtenido durante este año? El joven respondió: seguramente no maestro.

ahora yo les pregunto, ¿cuántas cadenas tenemos atadas en nuestras vidas, cadenas de conformismo, o como ahora les digo, “VACAS”?

Es solo una reflexión… Tenemos que pensar que podemos y merecemos vivir algo mejor.


POR ESO SIEMPRE DIGO QUE HAY QUE MATAR LA VACA...
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Polaridad de los opuestos 

 
 Tal y como ilustra el antiguo cuento taoista del granjero cuyo caballo huyó:

Cuando los vecinos se reunieron aquella noche para consolarle de su mala suerte, el granjero dijo: "puede ser". Al día siguiente, el caballo volvió a la granja trayendo consigo media docena de caballos salvajes y cuando los vecinos se reunieron de nuevo para felicitarle por su buena suerte, el granjero dijo: "puede ser". Al tercer día su hijo se rompió una pierna mientras trataba de ensillar y montar uno de los caballos salvajes. A las expresiones de simpatía de sus vecinos, el granjero contestó; "puede ser". Un día después unos militares llegaron al pueblo para reclutar jóvenes para el ejército, pero el hijo del granjero fue rechazado a causa de su pierna rota. Los vecinos acudieron de nuevo por la noche y le dijeron lo bueno que era que todo hubiese acabado tan bien. El granjero dijo: "puede ser".

Según el principio de la polaridad de los opuestos, la vida no sólo significa un ciclo continuo de cosas buenas y malas que evitan la monotonía y convierten la vida en una aventura maravillosa, sino que la naturaleza ha provisto también nuestro sistema psicosomático con estados alternados de sueño y vigilia, olvido y recuerdo.


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El Insulto a Buda 

 
En una ocasión, un hombre se acercó a Buda e, imprevisiblemente, sin decir palabra, le escupió a la cara. Sus discípulos, por supuesto, se enfurecieron.

Ananda, el discípulo más cercano, dijo dirigiéndose a Buda:
¡Dame permiso para que le enseñe a este hombre lo que acaba de hacer!
Buda se limpió la cara con serenidad y dijo a Ananda:
No. Yo hablaré con él.
Y uniendo las palmas de sus manos en señal de reverencia, habló de esta manera al hombre.

Gracias. Has creado con tu actitud una situación para comprobar si todavía puede invadirme la ira. Y no puede. Te estoy tremendamente agradecido. También has creado un contexto para Ananda; esto le permitirá ver que todavía puede invadirlo la ira. ¡Muchas gracias! ¡Te estamos muy agradecidos! Y queremos hacerte una invitación. Por favor, siempre que sientas el imperioso deseo de escupir a alguien, piensa que puedes venir a nosotros.

Fue una conmoción tan grande para aquel hombre... No podía dar crédito a sus oídos. No podía creer lo que estaba sucediendo. Había venido para provocar la ira de Buda. Y había fracasado. Aquella noche no pudo dormir, estuvo dando vueltas en la cama y no pudo conciliar el sueño. Los pensamientos lo perseguían continuamente. Había escupido a la cara de Buda y éste había permanecido tan sereno, tan en calma como lo había estado antes, como si no hubiera sucedido nada...

A la mañana siguiente, muy temprano, volvió precipitado, se postró a los pies de Buda y dijo:
Por favor, perdóname por lo de ayer. No he podido dormir en toda la noche.

Buda respondió:
Yo no te puedo perdonar porque para ello debería haberme enojado y eso nunca ha sucedido. Ha pasado un día desde ayer, te aseguro que no hay nada en ti que deba perdonar. Si tú necesitas perdón, ve con Ananda; échate a sus pies y pídele que te perdone. 

Él lo disfrutará...

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DESTINO 

  
 Durante una batalla, un general japonés decidió atacar aún cuando su ejército era muy inferior en número. Estaba confiado que ganaría, pero sus hombres estaban llenos de duda. Camino a la batalla, se detuvieron en una capilla. Después de rezar con sus hombres, el general sacó una moneda y dijo, "Ahora tiraré esta moneda. Si es cara, ganaremos. Se es cruz, perderemos. El destino se revelará". Tiró la moneda en el aire y todos miraron atentos como aterrizaba. Era cara. 

Los soldados estaban tan contentos y confiados que atacaron vigorosamente al enemigo y consiguieron la victoria. Después de la batalla, un teniente le dijo el general, "Nadie puede cambiar el destino"."Es verdad", contestó el general mientras mostraba la moneda al teniente, que tenía cara en ambos lados.
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El Dragón y el Murciélago

 
  Cuenta la leyenda que existió un dragón negro que tenía aterrorizada a la región de Hung, en China.
 
El animal acostumbraba atacar a cualquier ser vivo, comía bueyes enteros y los aldeanos estaban aterrorizados porque el dragón escupía fuego y sobrevolaba la aldea diariamente.
 
En el frío invierno, el emperador envió a esa región a sus mejores soldados, fuertemente armados y dispuestos a matar al dragón, sin embargo sus esfuerzos fueron en vano.
 
El animal descubrió las intenciones de los soldados y atacó rápidamente, lanzando fuego sobre ellos y masacrando con sus garras a los que quedaban vivos.

Finalmente, cansado y con frío el dragón negro se refugió en una amplia cueva que parecía estar desocupada. Se acomodó en un rincón y se dispuso a dormir, pero vio en un rincón una pequeña mancha negra que se agitaba.
 
El dragón acercó su cara a ella y notó que la mancha era un pequeño murciélago y con desprecio le dijo: “Desaparece de aquí, esta ahora es mi cueva.”
 
El pequeño murciélago ni se inmutó, y el dragón enfurecido lanzó fuego para asustarlo.
 
El murciélago le contestó: “Esta es mi cueva y serás tú quien se irá.”
 
El dragón estalló en carcajadas y contestó: “¿a mí me vas a expulsar? 

He arrasado con ejércitos de humanos, destrozado aldeas enteras y un ser insignificante como tú me expulsará…”
 
El murciélago contestó: “¡si quieres guerra, te la daré!”

Fue entonces que el animalito se lanzó como un rayo sobre el dragón y le mordió con sus afilados colmillos detrás de la oreja. El dragón desesperado de dolor lanzaba fuego en todas las direcciones pero el pequeño murciélago continuaba atacándolo.
 
Las escamas del dragón eran muy duras, pero los agudos colmillos del murciélago atacaban entre ellas causando gran dolor y desesperación.

Finalmente, el dragón muy dolorido y cansado de luchar se retiró de la cueva, mientras el murciélago orgulloso salió a proclamar su victoria a los cuatro vientos sin percatarse de la cantidad de telas de arañas que lo atraparon, allí pereció de hambre y frío.

“En la guerra, no hay enemigo pequeño ni lugar para el descuido…”

Leyenda de China.

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La fuerza del hambre

 
 Esta historia transcurre en el Japón durante un período de hambre.
Un campesino que no tenía con qué alimentar a su familia se acuerda de la costumbre que promete una fuerte recompensa al que sea capaz de desafiar y vencer al maestro de una escuela de sable. Aunque no había tocado un arma en su vida, el campesino desafía al maestro más famoso de la región.

El día fijado, ante numeroso público, los dos hombres se enfrentan. El campesino, sin mostrarse nada impresionado por la reputación de su adversario, lo espera a pie firme, mientras que el maestro de sable, estaba un poco turbado por tal determinación.

— ¿Qué será este hombre?, piensa. Jamás ningún villano hubiera tenido el valor de desafiarme. ¿No será una trampa de mis enemigos?

El campesino, acuciado por el hambre, se adelanta resueltamente hacia su rival. El Maestro duda, desconcertado por la total ausencia de técnica de su adversario.

Finalmente, retrocede movido por el miedo. Antes incluso del primer asalto, el maestro siente que será vencido. Baja su sable y dice:

— Usted es el vencedor. Por primera vez en mi vida he sido abatido. Entre todas las escuelas de sable, la mía es la más renombrada. Es conocida con el nombre de “La que con un solo gesto da diez mil golpes”. ¿Puedo preguntarle, respetuosamente, el nombre de su escuela?

— La escuela del hambre –responde el campesino.


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 Centrarse en una sola cosa
 
 
 

• En la Categoría crecimiento,oriente
El joven Tanit fue a ver al sabio del pueblo y le preguntó:
- Señor, ¿qué debo hacer para conseguir lo que yo quiero?

El sabio no contestó. Tanit se marchó después de repetir su pregunta varias veces con el mismo resultado.

Volvió al día siguiente con la misma pregunta. De nuevo no obtuvo ninguna respuesta por lo que volvió por tercera vez y repitió su pregunta:
- ¿Qué debo hacer para conseguir lo que yo quiero?

El sabio le miró y dijo:
- Ven conmigo

Agua

Y se dirigieron a un río cercano. Entró en el agua llevando al joven de la mano y cuando alcanzaron cierta profundidad el sabio se apoyó en los hombros del joven y lo sumergió en el agua. Pese a los esfuerzos del joven por liberarse, allí lo mantuvo el sabio un largo rato. Al fin lo soltó y Tanit pudo recuperar su aliento.

Entonces el sabio le preguntó:
- Cuando estabas bajo el agua, ¿qué era lo que más deseabas?

Sin vacilar Tanit contestó:
- Aire, quería aire.
- ¿No hubieras preferido mejor riquezas, comodidad, placeres, poder o amor?
– No, señor, deseaba aire, necesitaba aire y solo aire – fue su inmediata respuesta.
- Entonces – contestó el sabio -, para conseguir lo que tú quieres debes quererlo con la misma intensidad que querías el aire, debes luchar por ello y excluir todo lo demás.
- Debe ser tu única aspiración día y noche.
- Si tienes ese fervor, conseguirás sin duda lo que quieres.

Maestro: con el esfuerzo, la insistencia y centrando tu energia en una única cosa conseguirás todo lo que te propones.
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 Lo importante no es lo que sucede sino como lo interpretamos. 

Gente malevolente y traviesa insultaba con alguna frecuencia a Buda, que jamás se alteraba y que incluso mantenía en sus labios una reconfortante y serena semisonrisa. Siempre era así y los discípulos, extrañados, le preguntaron un día:

- señor, ¿cómo es que si te insultan, tú permaneces indiferente y tranquilo?

Y Buda pensó:

- Porque, queridos míos, los demás me insultan, pero yo no recibo el insulto.

No añadas sufrimiento, por culpa de tu mente, al sufrimiento cuando los demás tratan de hacértelo. Firme ante el insulto y el halago, sigue tu marcha por la vida con ánimo sereno y mente apaciguada.
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 El orden natural


  Un hombre muy rico pidió a un maestro zen un texto que le hiciese siempre recordar lo feliz que era con su familia.

El maestro zen tomó un pergamino y con una linda caligrafía escribió:

“El padre muere. El hijo muere. El nieto muere”

- ¡Cómo! – dijo furioso el hombre rico – ¡Yo le pedí algo que me inspirase, una enseñanza que fuera siempre contemplada con respeto por mis próximas generaciones, y usted me da algo tan depresivo y deprimente como estas palabras!

- Usted me pidió algo que le recordara siempre la felicidad de vivir junto a su familia. Si su hijo muere antes, todos serán arrasados por el dolor. Si su nieto muere, será una experiencia insoportable.

Sin embargo, si su familia va desapareciendo en el orden que coloqué en el papel, se trata del curso natural de la vida. Así, aunque todos pasen por momentos de de dolor, las generaciones continuarán, y su legado subsistirá mucho tiempo.

Historia Zen.
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 EL LADRÓN.

 

Cuenta una antigua leyenda que un anciano sabio vivía en las afueras de una pequeña ciudad de provincia. El hombre era muy conocido no sólo por su sabiduría, sino también por su buena suerte.

En la misma ciudad vivía también un joven que, aunque fundamentalmente honesto, estaba constantemente en pos de la suerte, la fama y la riqueza. Sin embargo, pese a todos sus esfuerzos, la "diosa vendada" no quería sonreírle. El joven ya no sabía qué más hacer y estaba al borde de la depresión, cuando se le ocurrió ir a ver al sabio para pedirle cuál fuera el secreto de su éxito. En efecto, todo lo que precisaba, el sabio lo tenía. Y todo lo que emprendía le salía redondo. No le faltaba ni hogar ni comida ni ropa. La gente le amaba, respetaba y veneraba. No carecía de riqueza espiritual, pero tampoco de medios materiales.

Aquel día el joven se levantó muy pronto para evitar las colas interminables de personas que iban a pedirle consejo al anciano. Se vistió con sus mejores vestidos, se arregló y llegó a la morada del sabio de buen hora. Llamó al portal. El sabio le abrió y, amablemente, le recibió en su casa. Una vez terminadas las presentaciones formales, el joven fue directamente al grano y dijo:

- La razón de mi visita es sencilla: querría saber tu secreto para vivir tan holgadamente. Verás, he notado que no te falta nada, mientras a mi me falta todo, y esto es a pesar de mis esfuerzos y buena voluntad. También he notado que mucha gente posee bienes materiales, pero son infelices. En cambio a ti no te falta tampoco la felicidad. Dime, ¿cuál es tu secreto?

El sabio le miró interesado y sonrió diciéndole:

- Mi respuesta también es sencilla: el secreto de mi buena suerte es que yo robo...

- ¡ Lo sabía ! -exclamó el joven- habría tenido que deducirlo yo mismo. ¡ Eso era el secreto !.

- ¡ Espera ! Todavía no he acabado -dijo el anciano-, pero el joven ya había salido corriendo y exultando. El santo intentó darle alcance pero no pudo, por lo que regresó imperturbable y calmadamente a su casa.

Tras la visita al sabio, la vida del joven cambió radicalmente: empezó a robar aquí y allá, a revender las cosas sustraídas a los demás y a enriquecerse. Cometía toda clase de hurtos: robaba animales, cosas, dinero e incluso entraba a robar a casas. La fortuna parecía haber empezado a sonreírle, cuando fue capturado por las autoridades. Fue procesado por numerosos delitos y condenado a cinco años de dura cárcel. Durante su estancia en la prisión tuvo tiempo de meditar y llegar a una conclusión. Según sus deducciones, el anciano se había befado de él, y más idiota había sido él mismo por seguir tan necio consejo. Se prometió que una vez salido de ahí, volvería a ver al anciano para darle su merecido.

Los años pasaron y el joven fue puesto en libertad tras pagar su deuda con la sociedad. Nada más estar libre otra vez, ni siquiera pasó por su casa, sino que se fue directamente a la residencia del sabio. Tras llamar impacientemente a la puerta, el sabio abrió.

- Ah, eres tú -le dijo-.

- Sí, soy yo y he venido para decirte lo inútil que eres, viejo tonto. ¿Sabías que gracias a tu consejo me he pasado los últimos cinco años de mi vida en la cárcel? Si todos los consejos que das son así, menudos imbéciles que tenemos que ser los que te escuchamos.

El anciano le escuchaba con paciencia, y cuando la rabia del joven remetió, así le contestó:

- Comprendo tu rabia. Pero el artífice de tu desdicha eres tú y solamente tú, sobre todo por tu incapacidad de escuchar. Cuando viniste aquí hace cinco años, te dije la verdad, te dije mi método para asegurarme la dicha, solo que tú no quisiste oír más y entendiste lo que quisiste. Cuando te dije que yo robo, era verdad, solo que no robo a los humanos. Robo aire, luz, agua y energía. Robo "chi". Verás, robo al Tao porque el Tao es vacío y utilizándolo nunca rebosa, se vacía sin agotarse, y su función no se agota nunca.

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 EL AMOR Y LA PASIÓN


Una princesa que sólo tenía 17 años estaba locamente enamorada de un capitán de su guardia. Deseaba casarse con él, aún a costa de lo que pudiera perder.
Su padre, el Rey, que tenía fama de sabio no cesaba de decirle:
- No estás preparada para recorrer el camino del amor.
- El amor es renuncia y así como regala, crucifica.
- Todavía eres muy joven y a veces caprichosa.
- Si buscas en el amor sólo la paz y el placer, no es este el momento de casarte.
La princesa respondía:
- Pero padre, ¡ seré tan feliz junto a él !
- No me separaré ni un solo instante de su lado.
- Compartiremos hasta el más profundo de nuestros sueños.
Entonces el rey reflexionó y se dijo:
- Las prohibiciones hacen crecer el deseo.
- Si le prohíbo que se encontrará con su amado, su deseo por él crecerá desesperado.
- Además los sabios dicen:
“Cuando el amor os llegue, seguidlo, aunque sus senderos son arduos y penosos”
De modo que al fin el Rey dijo a su hija:
- Hija mía, voy a someter a prueba tu amor por ese joven.
- Vas a ser encerrada con él cuarenta días y cuarenta noches.
- Si al final siguen queriéndose casar es que estás preparada y entonces tendrás mi consentimiento.
La princesa, loca de alegría, aceptó la prueba y le di las gracias a su padre.
Todo marchó perfectamente, pero tras la excitación y la euforia de los primeros días no tardó en presentarse la rutina y el aburrimiento. Lo que al principio era música celestial para la princesa se fue tornando ruido. Comenzó a vivir un ir y venir entre el dolor y el placer, la alegría y la tristeza. Así, antes de que pasaran dos semanas ya estaba deseando tener otro tipo de compañía, llegando a repudiar todo lo dijera o hiciese su amante. A las tres semanas estaba tan harta de aquel hombre que chillaba y aporreaba la puerta de su recinto. Cuando al fin pudo salir de allí, se echó en brazos de su padre agradecida de haberle librado de aquel a quién había llegado a aborrecer.
Al tiempo, cuando la princesa recobró la serenidad perdida, le dijo a su padre:
-Padre, háblame del matrimonio.
Y su padre, el rey, le dijo:
-Escucha lo que dicen los poetas de nuestro reino:

“Dejad que en vuestra unión crezcan los espacios.
Amaos el uno al otro, más no hagáis del amor una prisión.
Llenaos mutuamente las copas, pero no bebáis de la misma.
Compartid vuestro pan, más no comáis del mismo trozo.
Y permaneced juntos, más no demasiados juntos,
pues ni el roble ni el ciprés, crecen uno a la sombra del otro”

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  El roble y la hiedra


 Un hombre construyó una casa y la embelleció con un jardín. En el centro del jardín plantó un roble.

Este roble creció lentamente. Día a día echaba raíces y fortalecía su tallo, para convertirlo en tronco, capaz de resistir los vientos y las tormentas. Junto a la pared de la casa se plantó una hiedra. La hiedra comenzó a levantarse velozmente. Todos los días extendía sus tentáculos llenos de ventosas, y se iba alzando adherida a la pared.
Al cabo de cinco años la hiedra ya caminaba sobre los tejados. El roble crecía silenciosa y lentamente.
- ¿Cómo estás, amigo roble?, – preguntó una mañana la hiedra.
- Bien, mi amiga – contestó el roble.
- Eso dices porque nunca llegaste hasta esta altura, – dijo la hiedra con ironía.
- Desde aquí se ve todo tan distinto.
- A veces me da pena verte siempre allá abajo en el jardín.
- No te burles, amiga, – respondió el roble.
- Recuerda que lo importante no es crecer deprisa, sino con firmeza.
Entonces la hiedra lanzó una carcajada burlona.
El tiempo siguió su marcha. El roble creció con su ritmo firme y lento. Las paredes de la casa envejecieron. Y un día una fuerte tormenta sacudió la casa y su jardín. Fue una noche terrible. El roble se aferró con sus raíces para mantenerse erguido. La hiedra se aferró con sus ventosas al viejo muro para no ser derribada. La lucha fue dura y prolongada.
Al amanecer, el dueño de la casa recorrió su jardín, y vio que la hiedra había sido desprendida de la pared, y estaba enredada sobre sí misma, en el suelo, al pie del roble. Y el hombre arrancó la hiedra, y la quemó.


es mejor crecer sobre raíces propias y crear un tronco fuerte, que ganar altura con rapidez, colgados de la seguridad de otros.

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 CENTRARSE SOLO EN UNA COSA

 

El joven Tanit fue a ver al sabio del pueblo y le preguntó:
- Señor, ¿qué debo hacer para conseguir lo que yo quiero?
El sabio no contestó. Tanit se marchó después de repetir su pregunta varias veces con el mismo resultado.
Volvió al día siguiente con la misma pregunta. De nuevo no obtuvo ninguna respuesta por lo que volvió por tercera vez y repitió su pregunta:
- ¿Qué debo hacer para conseguir lo que yo quiero?
El sabio le miró y dijo:
- Ven conmigo

Y se dirigieron a un río cercano. Entró en el agua llevando al joven de la mano y cuando alcanzaron cierta profundidad el sabio se apoyó en los hombros del joven y lo sumergió en el agua. Pese a los esfuerzos del joven por liberarse, allí lo mantuvo el sabio un largo rato. Al fin lo soltó y Tanit pudo recuperar su aliento.
Entonces el sabio le preguntó:
- Cuando estabas bajo el agua, ¿qué era lo que más deseabas?
Sin vacilar Tanit contestó:
- Aire, quería aire.
- ¿No hubieras preferido mejor riquezas, comodidad, placeres, poder o amor?
– No, señor, deseaba aire, necesitaba aire y solo aire – fue su inmediata respuesta.
- Entonces – contestó el sabio -, para conseguir lo que tú quieres debes quererlo con la misma intensidad que querías el aire, debes luchar por ello y excluir todo lo demás.
- Debe ser tu única aspiración día y noche.
- Si tienes ese fervor, conseguirás sin duda lo que quieres.


con el esfuerzo, la insistencia y centrando tu energia en una única cosa conseguirás todo lo que te propones.

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 EL ÁRBOL DE LOS PROBLEMAS.


 


 Había contratado un carpintero para ayudarme a reparar mi vieja granja. Él acababa de finalizar su primer día de trabajo que había sido muy duro. Su sierra eléctrica se había estropeado lo que le había hecho perder mucho tiempo y ahora su antiguo camión se negaba a arrancar.

Mientras lo llevaba a su casa, permaneció en silencio. Una vez que llegamos, me invitó a conocer a su familia. Nos dirigíamos a la puerta de su casa y se detuvo brevemente frente a un precioso olivo centenario. Tocó el tronco con ambas manos.
Al entrar en su casa, ocurrió una sorprendente transformación. Su bronceada cara sonreía plenamente. Abrazó a sus dos pequeños hijos y le dio un beso a su esposa. La energia había cambiado completamente. Posteriormente me acompañó hasta el coche.
Cuando pasamos cerca del olivo, sentí curiosidad y le pregunté acerca de lo visto cuando entramos.
- Ese es mi árbol de los problemas, – contestó
- Sé que no puedo evitar tener problemas durante el día como hoy en el trabajo por ejemplo, pero no quiero traer estos problemas a mi casa. Así que cuando llego aquí por la noche cuelgo mis problemas en el árbol. Luego a la mañana cuando salgo de mi casa los recojo otra vez.
- Lo curioso es, – dijo sonriendo – que cuando salgo a la mañana a recoger los problemas del árbol, ni remotamente encuentro tantos como los que recuerdo haber dejado la noche anterior.
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si te centras en el ahora desaparecen todos los problemas.

 LA NATURALEZA DEL ESCORPIÓN




 
En la India hay un cuento acerca del Sadhu (monje asceta indu) y el escorpion;

Un hombre va caminando por la carretera cuando de pronto encuentra a un Sadhu arrodillado al lado de una zanja. Se aproxima, y se da cuenta de que el Sadhu esta observando a un escorpion.
El escorpion quiere cruzar la zanja, pero cuando llega al agua lodosa comienza a ahogarse.
Con mucho cuidado el Sadhu acerca la mano para sacarlo del agua, pero en cuanto lo toca el escorpion lo pica.
El escorpion cae al agua de nuevo y otra vez comienza a ahogarse; cuando el Sadhu lo alza es picado otra vez mas.
El hombre observa como ocurre esto tres veces.
Por ultimo le dice;
Por que insiste usted, si lo pica?
El Sadhu responde;
--"No hay nada que pueda hacer. Picar esta en la naturaleza del escorpion y en mi naturaleza esta salvarlo."

Se trata del mismo instinto que no ve culpa alguna en las debilidades de los otros y que libremente asume la responsabilidad de los problemas que no son suyos.

" Que nunca muera nuestro instinto de salvarnos los unos a otros."

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5 CENTAVOS PARA GASTAR...




Cuando era pequeña, uno de mis libros favoritos era un cuento que se llamaba: 5 centavos para gastar. La historia trata de un niño llamado Juan al que su madre le dio cinco centavos adicionales para gastar en lo que él quisiera. De camino a la tienda pensaba en toda la clase de dulces que podría comprar con ese dinero. De pronto, se encontró con un gato y le dijo que tenía cinco centavos sólo para él. El gato lo miró y le dijo que si él tuviera dos centavos, se compraría un pescado delicioso. Juanito siguió su camino y se encontró a una ardilla. También le presumió su dinero y la ardilla dijo que si ella tuviera un centavo para gastar se compraría una nuez. De la misma manera se topó con un perro y éste le hizo saber que si tuviera un centavo se compraría un hueso. Finalmente, Juanito le enseñó a un pájaro las monedas que tenía para gastar en sus dulces y el pájaro le comentó que si tuviera un centavo compraría un poco de algodón para recubrir su nido. Cuando Juan entró a la tienda compró el pan de su madre y al final del pasillo vio una cantidad impresionante de golosinas. Se le quedó mirando a una paleta roja que tenía una cara hecha de pastillas de menta blancas. Preguntó por su precio y el señor McCoy le contestó que costaba 5 centavos. Justo cuando se preparaba para sacar sus monedas, Juanito se acordó del gato, de la ardilla, del perro y del pájaro, y cambió de idea. Como habrán de imaginarse pidió el hueso, el pescado, nueces y algodón. Le dijo al señor McCoy que se lo iba a dar a sus amigos. Juanito repartió lo que compró a sus nuevos amigos y todos estaban muy contentos. De regreso a casa, iba cantando de felicidad y le contó a su mamá lo que había hecho. Cuando su madre sacó el pan de la bolsa se dio cuenta de que había algo más en el fondo. Era una gran paleta roja con cara hecha de pastillas de menta blancas y una nota que decía: “Para un buen niño, del señor McCoy”.

Siempre se ha dicho que las cosas hay que darlas sin esperar nada a cambio, sin embargo, en realidad muy pocas personas dan sinceramente sin que en el fondo esperen recibir una recompensa por sus actos. Y la verdad es que tampoco hay nada malo en eso, ya que la sociedad de alguna forma se ha encargado de estipular las normas para vivir cada día. La gente trabaja a cambio de una remuneración económica, algunos tienen tarifas por sus conocimientos, otros intercambian objetos de valor, unos más le ponen precio a los favores que hacen, etc. Pero hay algo muy particular y sumamente mágico en el simple acto de dar. Dar incluso a personas que jamás volveremos a ver.

Mucho se ha escrito sobre el dinero, pero si en una cosa todos concuerdan es en que hay que devolver parte de lo ganado. Una de las leyes de la mística del dinero dice que la energía monetaria viaja en un círculo magnético. Solamente hay que soltarla de corazón y seguirá ese círculo invisible de energía pura y de manera infalible volverá a nosotros multiplicado. Como si fuera un bumerang. Dar de corazón es algo que de verdad te deja con una gran satisfacción y por lo poco que he experimentado, uno se queda con un estado de alegría, pero sobre todo con una sensación de libertad.


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 Una historia que nos enseña a entregarlo todo sin esperar nada a cambio.


Un día un hombre joven se situó en el centro de un poblado y proclamó que él poseía el corazón mas hermoso de toda la comarca.
Una gran multitud se congregó a su alrededor y todos admiraron y confirmaron que su corazón era perfecto, pues no se observaban en él ni máculas ni rasguños.
Coincidieron todos que era el corazón más hermoso que hubieran visto. Al verse admirado el joven se sintió más orgulloso aun, y con mayor fervor aseguro poseer el corazón mas hermoso de todo el vasto lugar.
De pronto un anciano se acerco y dijo: "¿Por qué dices eso, si tu corazón no es tan hermoso como el mío?" Sorprendidos, la multitud y el joven miraron el corazón del viejo y vieron que, si bien latía vigorosamente, este estaba cubierto de cicatrices y hasta había zonas donde faltaban trozos y estos habían sido reemplazados por otros que no correspondían, pues se veían bordes y aristas irregulares en su derredor.
Es mas, había lugares con huecos, donde faltaban trozos profundos. La mirada de la gente se sobrecogió, ¿Cómo puede él decir que su corazón es más hermoso?, pensaron...
El joven contempló el corazón del anciano y al ver su estado desgarbado, se echó a reír.
- "Debes estar bromeando", dijo. "Comparar tu corazón con el mío... El mío es perfecto. En cambio el tuyo es un conjunto de cicatrices y dolor."
- "Es cierto", dijo el anciano, "tu corazón luce perfecto, pero yo jamás me involucraría contigo... Mira, cada cicatriz representa una persona a la cual entregué todo mi amor. Arranqué trozos de mí corazón para entregárselos a cada uno de aquellos que he amado. Muchos a su vez, me han obsequiado un trozo del suyo, que he colocado en el lugar que quedó abierto. Como las piezas no eran iguales, quedaron los bordes por los cuales me alegro, porque al poseerlos me recuerdan el amor que hemos compartido."
"Hubo oportunidades, en las cuales entregué un trozo de mi corazón a alguien, pero esa persona no me ofreció un poco del suyo a cambio. De ahí quedaron los huecos - dar amor es arriesgar, pero a pesar del dolor que esas heridas me producen al haber quedado abiertas, me recuerdan que los sigo amando y alimentan la esperanza, que algún día tal vez regresen y llenen el vacío que han dejado en mi corazón."
- "¿Comprendes ahora lo que es verdaderamente hermoso?".
El joven permaneció en silencio, lagrimas corrían por sus mejillas. Se acercó al anciano, arrancó un trozo de su hermoso y joven corazón y se lo ofreció. El anciano lo recibió y lo colocó en su corazón, luego a su vez arrancó un trozo del suyo ya viejo y maltrecho y con el tapó la herida abierta del joven. La pieza se amoldo, pero no a la perfección. Al no haber sido idénticos los trozos, se notaban los bordes.

El joven miró su corazón que ya no era perfecto, pero lucía mucho mas hermoso que antes, porque el amor del anciano fluía en su interior.
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 EL PASTOR DISTRAIDO




Era un pastor. De repente contó sus ovejas y se dio cuenta, alarmado, de que faltaba una de ellas. Angustiado, comenzó la búsqueda durante todo el día, hasta que sobrevino la noche, pero no pudo encontrarla. Entonces pasó por allí otro pastor y le dijo:
-Oye, ¿cómo es que llevas una oveja sobre los hombros?
Como ese pastor negligente se comporta con frecuencia el ser humano común. Porque no ha aprendido a discernir, porque no distingue entre lo real y lo ilusorio, entre el Yo y el no-yo, busca.
Pero su búsqueda es insatisfactoria, porque no busca lo que debe ni dónde debe buscar.


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 LA RANA SORDA.



Un grupo de ranas iban atravesando un bosque y dos de ellas cayeron en un hoyo muy profundo.
El resto de las ranas se reunieron alrededor del hoyo. Cuando vieron que este era muy profundo y que
las dos ranas por mas que saltaban no alcanzaban la orilla se empezaron a escuchar rumores y de pronto iniciaron los gritos y les decían a las dos ranas que se dieran por muertas.


Las dos ranas ignoraron los comentarios y siguieron saltando con todas sus fuerzas para
salir del hoyo.
Las demás ranas siguieron gritándoles que se detuvieran, que se dieran por muertas.
Finalmente, una de las ranas empezó a escuchar los gritos de las otras ranas y se
dio por vencida. Se dejo caer al suelo y murió.

La otra rana continuó saltando tan fuerte como pudo. Nuevamente el grupo de ranas le gritaron que ya no sufriera intentando salir y que mejor se dejara morir.
La rana saltaba mas y más fuerte, y más fuerte… hasta que finalmente
logro salir.
Ella pensó que sus compañeras estaban animándola todo el tiempo y les agradeció el apoyo... esta rana era sorda y no le era posible escuchar los gritos de las demás.

Moraleja:

Una palabra de aliento a alguien que esta pasando por un mal momento puede reanimarlo y ayudarlo a salir adelante…
Una palabra destructiva a alguien que esta pasando por un mal momento puede ser lo único que se necesite para matarlo.

Fábula de Oriente.


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PRIMAVERA
 

Una vez, había un ciego sentado en un parque, con una gorra a sus pies y un cartel en el que, escrito con tiza blanca, decía:
- Por favor ayúdeme, soy ciego.

Un creativo de publicidad que pasaba frente a él, se detuvo y observó unas pocas monedas en la gorra. Sin pedirle permiso tomó el cartel, le dio la vuelta, tomó una tiza y escribió otro anuncio. Volvió a poner el pedazo de madera sobre los pies del ciego y se fue.
Por la tarde el creativo volvió a pasar frente al ciego que pedía limosna. Ahora su gorra estaba llena de billetes y monedas. El ciego reconociendo sus pasos le preguntó si había sido él quien re-escribió su cartel y sobre todo, qué que era lo que había escrito allí.
El publicista le contestó:
- Nada que no sea tan cierto como tu anuncio, pero con otras palabras.
Sonrió y siguió su camino. El ciego se enteró unas horas después lo que su nuevo cartel decía:

- Estamos en primavera, y … yo no puedo verla.

cambiemos de estrategia cuando algo no nos sale, utiliza las palabras inteligentemente.


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¿Quién es más estúpido?


El viejo sabio salía del agua chorreando y sus discípulos, sentados en la orilla, reían, burlándo­se de él porque le habían visto tropezar en las piedras y caer al río. El sabio les miraba con semblante severo, parecía enojado, lo que hizo redoblar las risas. Le vieron desnudarse, encen­der un fuego y poner su ropa a secar.
Para aquellos jóvenes, que seguían las ense­ñanzas de su maestro cada día, verle caer en el agua había sido una revelación.
Sin decir una palabra, el sabio volvió a po­nerse la ropa en cuanto estuvo seca y, siempre en silencio, saltó al río y lo cruzó, haciendo signos a sus discípulos de que le siguiesen.
¿Qué tenían que hacer? ¿Iba el maestro, se­gún su costumbre, a enseñarles una lección pro­funda? Cada uno de ellos a su vez saltó al agua y llegó a la otra orilla.
Entonces el sabio les preguntó sonriendo:
¿Quién es más estúpido, el que tropieza o el que no hace más que seguir?

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 LAS TRES REJAS

 


El joven discípulo de un filósofo sabio lo visita y le dice:
- Maestro, un amigo tuyo estuvo hablando de ti con malevolencia.
- ¡Esperá! lo interrumpe el filósofo ¿Ya hiciste pasar por las tres rejas lo que vas a contarme?
- ¿Las tres rejas?
- Si. La primera es la VERDAD. ¿Estás seguro de que lo que quieres decirme es absolutamente cierto?
- No. Lo oí comentar a unos vecinos.
- Al menos lo habrás hecho pasar por le segunda reja, que es la BONDAD. ¿Es bueno para alguien lo que me vas a decir?
- No. en realidad no. Al contrario ...
- La última reja es la NECESIDAD ¿Es necesario hacerme saber lo que tanto te inquieta?
- A decir verdad, no.
- Entonces, dijo el sabio sonriendo, si no es VERDADERO, ni BUENO, ni NECESARIO, sepultémoslo en el olvido.


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 CONCENTRACIÓN

 


Después de ganar varios concursos de arquería, el joven y jactancioso campeón retó a un maestro Zen que era reconocido por su destreza como arquero. El joven demostró una notable técnica cuando le dió al ojo de un lejano toro en el primer intento, y luego partió esa flecha con el segundo tiro. "Ahí está", le dijo el viejo, "¡a ver si puedes igualar eso!". Inmutable, el maestro no desenfundo su arco, pero invitó al joven arquero a que lo siguiera hacia la montaña. Curioso sobre las intenciones del viejo, el campeón lo siguió hacia lo alto de la montaña hasta que llegaron a un profundo abismo atravesado por un frágil y tembloroso tronco. Parado con calma en el medio del inestable y ciertamente peligroso puente, el viejo eligió como blanco un lejano árbol, desenfundó su arco, y disparó un tiro limpio y directo. "Ahora es tu turno", dijo mientras se paraba graciosamente en tierra firme. Contemplando con terror el abismo aparentemente sin fondo, el joven no pudo obligarse a subir al tronco, y menos a hacer el tiro. "Tienes mucha habilidad con el arco", dijo el maestro, "pero tienes poca habilidad con la mente que te hace errar el tiro".


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 Persiguiendo dos conejos



Un estudiante de artes marciales se aproximó el maestro con una pregunta. "Quisiera mejorar mi conocimiento de las artes marciales. Además de aprender contigo quisiera aprender con otro maestro para aprender otro estilo. ¿Que piensas de esta idea?" "El cazador que persigue dos conejos", respondió el maestro, "no atrapa ninguno".

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No vemos las cosas tal como son, sino tal como somos. 



Había en la India dos gurúes que tenían sus escuelas cerca una de la otra. Uno de ellos era viejo y el otro muy joven. El más joven había sido alumno del gurú viejo. Todas las mañanas los daban clases en sus escuelas. Todas las mañanas miles de personas se juntaban a escuchar al gurú joven. Solamente una decena escuchaba la palabra del más viejo.

Un día el viejo fue hablar con el joven y le dijo:

- ¿Te puedo hacer una pregunta?

- Claro maestro.

- ¿Tú crees que tienes más conocimientos que yo?

- No. Todo lo que sé, lo aprendí de ti Maestro- afirmó el gurú joven.

- ¿Tú crees que eres más didáctico que yo?- preguntó el viejo.

- No, no hay nadie más didáctico que tú Maestro- respondió el más joven.

- ¿Tú crees que la sabiduría se puede aprender en los libros o en el estudio?

- No, yo creo que la sabiduría viene con los años y sólo el tiempo y la experiencia pueden dártela.

- Así que crees que yo tengo más conocimientos que tú- dijo el más viejo- y crees que soy más hábil que tú. Entonces no entiendo, ¿me puedes explicar por qué tú tienes miles de alumnos y yo apenas una decena?

El gurú más joven dijo:

- Quizás sea porque a mí me sorprende que vengan, y a ti te sorprende que no vengan.

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 Aquel que tiene un porqué para vivir se puede enfrentar a todos los cómos.


Por la mañana el discípulo fue a visitar a su maestro.

­Tengo un importante problema que resolver ­dijo­. Me gustaría que me ayudase, porque tengo prisa.

­¿Cómo puedo ayudarte? Yo puedo saber cómo comportarme ante un determinado problema, pero ésta es mi manera de actuar. Si tú estás procurando crecer, observa a los otros, pero jamás intentes actuar exactamente como ellos, cada persona tiene un camino diferente en esta vida. No nos transformamos en maestros porque sabemos repetir lo que los maestros hacen, sino porque aprendemos a pensar por nosotros mismos. Descubre tu propia luz, o pasarás el resto de la vida siendo un pálido reflejo de la luz ajena.

Paulo Coelho.

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 La confianza es como el dinero, difícil de ganar, fácil de perder.


El fuego, al agua y la confianza caminaban por un bosque y conversaban sobre lo que harían si el azar viniera a separarlos. El fuego dijo:

- Busquen el humo. Allí me encontraran.

El agua dijo:

- Busquen las hierbas verdes y flores. Allí estaré.

La confianza dijo.

- Mejor será que no me pierdan de vista, porque si me pierden de vista es probable que nunca vuelvan a encontrarme.

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 Enviado al campo para ver si estaba ya a punto para ser segado, el muchacho volvió a su padre y le dijo:


- Me parece que la cosecha será muy pobre, padre mío.

- ¿Por qué? -le preguntó éste.

- Porque he notado que la mayor parte de las espigas están dobladas hacia abajo, como desmayadas, seguramente que no valen nada.

- ¡Mi hijo pequeño! -le dijo su padre- Has de saber que las espigas que viste dobladas, lo están por el peso del grano, en tanto que las que están levantadas, rectas hacia el cielo, pueden hacerlo porque están medio vacías.

El hombre sabio, cuanto más sabe, más siente la humillación de lo que le falta saber. El hombre de verdad noble de corazón, no puede enorgullecerse de ello, porque conoce cuánto más noble debería ser.


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  Una prostituta se había enamorado de Buda.
  



Un día, fue al monasterio, atravesó la gran sala donde los monjes estaban meditando y se desnudó delante de él, exponiéndose a su mirada y a la de todos los monjes allí presentes.




Piernas




- ¿Me deseas? – preguntó él.




La mujer asintió. Buda la tomó entonces por el talle y se la llevó hacia la orilla de un lago situado en las proximidades del monasterio. Una vez allí, con gesto vivo, la empujó dentro del agua helada. Los ardores amorosos de la prostituta se esfumaron en el acto. Buda le tendió una mano firme y ayudándola a volver a la orilla, le dijo:




- ¡Y ahora, vayamos a meditar juntos!




Maestro: Buda le hace entender a la prostituta que si quiere relacionarse con él, solo puede ser en el nivel espiritual. No rechaza a la mujer (y su deseo).

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 Saber negociar



Por salvar al hijo del zar, que se ahogaba en el rio, tres campesinos fueron recibidos en palacio, donde el monarca les invitó a elegir su recompensa. El primero pidió la mano de su princesa, el segundo solicitó poder absoluto sobre su condado y el tercero, después de un silencio, pidió solamente una bolsa de monedas. Los otros dos lo acusaron de estúpido y de no saber aprovechar una oportunidad única. El tercer hombre les dijo:

- Si es intención del zar darnos algo, cosa que dudo, yo quiero estar seguro de pedir aquello que puede ser que me conced.


Jamás negociemos con miedo, pero jamás temamos negociar.


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En el escritorio de un poeta había un tintero que se daba mucha importancia. Decía:


- Es increíble la de cosas hermosas que salen de mí. Con una gota de mi tinta se llena una página. ¡Y cuántas cosas magníficas se pueden leer!

La pluma, resentida replicó:

-¿No comprendes, tonto, que tú solamente pones la materia prima? Soy yo la que escribo con tu tinta. ¡La pluma es la que escribe!

Volvió el poeta, que había ido a un concierto, y con la música se había inspirado, y escribió en una hoja:

- Qué necios serían el arco y el violín si pensaran que son ellos los que tocan. Igual de necios somos los hombre cuando presumimos de lo que hacemos, olvidando que somos simples instrumentos de Dios.

Somos pequeños instrumentos, pero muchos pequeños instrumentos en las manos de Dios pueden hacer milagros.
 
Madre Teresa de Calcuta.


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 El pedazo de pan


Un hombre pobre paseaba por las calles con sólo un pedazo de pan en la mano. Al pasar por un restaurante, vio unas deliciosas albóndigas friéndose en una sartén. Con la esperanza de capturar un poco de ese delicioso aroma, sostuvo el pedazo de pan por encima de la sartén por unos pocos segundos y luego se lo comió. Le pareció que realmente había mejorado su sabor. Sin embargo, el dueño del restaurante, que lo había visto, lo agarró por el cuello y lo condujo ante el juez, que era un hombre justo. El dueño del restaurante exigía que el pobre campesino pagara por las albóndigas.

El juez lo escuchó atentamente, extrajo dos monedas de su bolsillo y le dijo:

— Párese junto a mí por un minuto.

El dueño del restaurante obedeció y el juez sacudió su puño, haciendo sonar las monedas en el oído del demandante.

— ¿Para qué hace esto? — preguntó el dueño.

El juez respondió:

— Acabo de pagar por sus albóndigas. Con seguridad, el sonido de mi dinero es un justo pago por el aroma de su comida.


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 Un rey
 fue hasta su jardín y descubrió que sus árboles, arbustos y flores se estaban muriendo. El Roble le dijo que se moría porque no podía ser tan alto como el Pino. Volviéndose al Pino, lo halló caído porque no podía dar uvas como la Vid. Y la Vid se moría porque no podía florecer como la Rosa. La Rosa lloraba porque no podía ser alta y sólida como el Roble.

Entonces encontró una planta, una Fresa, floreciendo y más fresca que nunca. El rey preguntó:

— ¿Cómo es que creces saludable en medio de este jardín mustio y sombrío?

—No lo sé. Quizás sea porque siempre supuse que cuando me plantaste, querías fresas. Si hubieras querido un Roble o una Rosa, los habrías plantado. En aquel momento me dije: “Intentaré ser Fresa de la mejor manera que pueda.”

Ahora es tu turno. Estás aquí para contribuir con tu fragancia. Simplemente mírate a ti mismo. No hay posibilidad de que seas otra persona. Puedes disfrutarlo y florecer regado con tu propio amor por ti, o puedes marchitarte en tu propia condena…

Lo más fácil de ser en el mundo es ser tu mismo. Lo más difícil de ser en el mundo es lo que la otra gente quiere que seas. No dejes que te pongan en esa posición.


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 En el fondo de un viejo estanque...
 vivía un grupo de larvas que no comprendían por qué cuando alguna de ellas ascendía por los largos tallos de lirio hasta la superficie del agua, nunca más volvía a descender donde ellas estaban.

Se prometieron una a otra que la próxima de ellas que subiera hasta la superficie, volvería para decirles a las demás lo que le había ocurrido.

Poco después, una de dichas larvas sintió un deseo irresistible de ascender hasta la superficie. Comenzó a caminar hacia arriba por uno de los finos tallos verticales y cuando finalmente estuvo fuera se puso a descansar sobre una hoja de lirio. Entonces experimentó una transformación magnifica que la convirtió en una hermosa libélula con unas alas bellísimas. Trató de cumplir su promesa, pero fue en vano. Volando de un extremo al otro de la charca podía ver a sus amigas sobre el fondo. Entonces comprendió que incluso si ellas a su vez hubieran podido verla, nunca habrían reconocido en esta criatura radiante a una de sus compañeras.

El hecho de que después de esa transformación que llamamos muerte no podamos ver a nuestros amigos ni comunicarnos con ellos no significa que hayan dejado de existir.

La muerte no es más que un cambio de misión.


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 Generosidad y egoísmo.


Dice una antigua leyenda china, que un discípulo preguntó al Maestro:
"¿Cuál es la diferencia entre el cielo y el infierno?".
El Maestro le respondió:
"Es muy pequeña, sin embargo tiene grandes consecuencias. Ven, te mostraré una imagen de cómo es el infierno".
Entraron en una habitación donde un grupo de personas estaba sentado alrededor de un gran recipiente con arroz, todos estaban hambrientos y desesperados, cada uno tenía una cuchara tomada fijamente desde su extremo, que llegaba hasta la olla. Pero cada cuchara tenía un mango tan largo que no podían llevársela a la boca. La desesperación y el sufrimiento eran terribles.
Ven, dijo el Maestro después de un rato, ahora te mostraré una imagen de cómo es el cielo. Entraron en otra habitación, también con una olla de arroz, otro grupo de gente, las mismas cucharas largas... pero, allí, todos estaban felices y alimentados. "¿Por qué están tan felices aquí, mientras son desgraciados en la otra habitación, si todo es lo mismo?
Como las cucharas tienen el mango muy largo, no pueden llevar la comida a su propia boca. En una de las habitaciones están todos desesperados en su egoísmo, y en la otra han aprendido a ayudarse unos a otros.


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 Ahora que eres guardián del faro.
 

La metáfora del faro:

El faro está afianzado en la roca, no importa dónde se lo construya. A veces el faro es reconstruido en otras zonas mientras cambian el clima y las condiciones, el mismo faro, el mismo guardián del faro, siempre afianzados en la roca.


El faro está ahí para hacer una cosa: hacer brillar la luz.

El propósito de la luz a menudo es cambiado.
A veces es un aviso, a veces está allí para atraer la atención y a veces está ahí para guiar. Cualquiera sea el propósito, siempre está anclado en la roca. Tú sabes algo que los otros no saben. Sabes dónde están las rocas, dónde está el problema, y estás allí para guiar a los otros respecto de estas cosas.
¡Cuando la luz es capaz de ayudar a conducir a los barcos a salvo a la bahía, en el faro se regocijan !

Cuando esto sucede, sin embargo, el guardián del faro no se va al barco y hace una fiesta con el capitán. En vez de eso, el guardián se regocija silenciosamente y continúa haciendo brillar la luz.

Los capitanes que llegan al puerto a salvo gracias a la luz del faro nunca conocen al guardián del faro.

¡El guardián del faro no publica una declaración para decirles a otros que salvó un barco! Se queda en silencio y continúa, generalmente a solas, enclavado en la roca.

Algunas personas pasan por la vida de los demás intentando ayudar, guiar, tender la mano pero todo se derrumba cuando dejan el faro y suben al barco para festejar...

Otras en cambio ayudan en silencio, tocan e iluminan las vidas de muchos a su paso, no buscan ningún reconocimiento, dan porque sienten algo maravilloso al hacerlo y sienten paz cuando han logrado salvar o hacer sentir mejor al otro... Esas personas son verdaderos faros no necesitan figurar, no necesitan ser aplaudidos, no necesitan que los adulen, ni que los hagan sentir importantes... No, siguen firmes en la roca y saben que su luz siempre será de ayuda para quien la necesite...

Pensemos... ¿Cómo queremos ser?


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 - La Porcelana de mi Madre



- Como de costumbre, mi madre me pidió que pusiera la porcelana sobre la mesa. Una noche, que estaba poniendo la mesa, mi vecina Mari, de repente vino a nuestra casa. Ella llamó a la puerta, pero como mi madre estaba ocupada cocinando, entró por la puerta de la cocina, vio puesta de la mesa tan elegante, y comentó: “Oh, creo que usted no necesita que le entretenga a los invitados, vuelvo más tarde, primero debí me llamar. ” .
- ”No, esta bien”, respondió mi madre, “No tenemos otros invitados.”
- ”Bueno”, la expresión de Mari bastante desconcertada: “¿Por qué ponen lo mejor de su porcelana China, la nuestra se saca solo para los parientes, que cada año nos visitan dos veces.”
- Mi madre sonrió y respondió: “Porque he preparado el plato favorito de la familia. ¿Porque tiene que ser para invitados especiales?, ¿por qué no para mi propia familia? Son ellos sobre todo los que mas se lo merecen”.
- ”Sí, pero su hermosa porcelana se puede romper…”, respondió Mari, era evidente que no entiende qué para mi madre es mas importante la familia que los invitados.
- Mi madre siempre me ha dicho lo importante de que toda la familia disfrute de estas comidas en un plato bonito junto a la mesa, y algunos pequeños defectos en la porcelana son insignificante. Por otra parte, sus ojos parpadearon, Cada defecto tiene una historia, ¿no?
- “Decía mirándome a mi, pensó que como sus hijas ya habían crecido deberían saber esta historia.
- Entonces se fue a la despensa de al lado para sacar un plato, y le dijo: “¿ves estas grietas hechas?. Esto es lo que ocurrió cuando yo tenía 17 años de edad, nunca olvidaré ese día, lo recuerdo como si fuera hoy”. La voz de mi madre se vuelve más suave al relatar.
- “Un año durante el otoño, mis hermanos tenían que ayudar a apilar el heno del fin de la temporada, por lo que se contrató a un hombre alto joven y apuesto para ayudar en con esa tarea, mi madre me dijo que recogiera los huevos frescos en el gallinero, en ese momento lo vi que venia hacia mi. Me detuve a mirarle, traía unos pesados fardos de heno verde y fresco en los hombros, sin esfuerzo los tiró en el pajar, me miro por un momento. Era un gran hombre: de manos grandes, alto, muy fuerte, el pelo negro y brillante .. se dio cuenta que lo estaba mirando porque dio vuelta un paquete de hierba en el aire, sonrió y me dio la vuelta y se detuvo junto a mi para verme, su fuerza y lo guapo, era indescriptible. Ella dijo lentamente, acariciando el plato con un dedo…., yo suavemente golpee.
- Creo que a mis hermanos les gustaba, así que lo invitó a cenar con nosotros. Cuando mi hermano mayor designado a sentarse a mi lado, le dice a el que lo haga esta vez, casi me muero. Usted puede imaginar lo tímida que era, como él me había visto de pie, caminando y mirándolo, ahora me habían sentado a su lado! Había hecho mi angustia insoportable, la lengua atada, y yo sólo podía mirar hacia abajo de la mesa “.
- “Cuando me entregó el plato y me pidió que le ayudara a servir su comida, mis manos estaban mojadas y temblando, tomé el plato, y se deslizó y golpeó la olla de barro, saltaron unos pequeños trozos del plato a la mesa , mi madre exclamo , ”OH”.. por Dios , ten cuidado y me ruboricé mucho.”
- ” Oh”, dijo Mari, un poco tocada por la historia de mi madre, le suena como un recuerdo que le gustaría olvidar.
- “Por el contrario,” mi madre continuó: “Un año más tarde me case con ese gran hombre, hasta hoy, voy a pensar en el día que lo conocí cuando veo este plato” Con mucho cuidado, coloca la plato en el lado trasero del armario donde hay otros platos que tienen un espacio especial dentro del armario.
- Ella vio que yo la estaba mirando, parpadeé rápidamente y dije... Creo que mi mamá tiene otras historias que contar sobre su vajilla de porcelana.
- Tomo otro plato del armario y nos muestra un plato que le faltaba otro pedazo, me mira a mi y me dice, el día en que llego tu hermana, tu saltabas de contenta, estabas poniendo la porcelana en la mesa porque era un día especial, se te soltó un plato y fue así como se rompió, es del día en que tu hermana entro por primera vez en nuestra casa y me recuerda lo feliz que estabas. Por eso toda esta porcelana tiene su historia y seguirá teniéndola y sumándose a ella grietas y pedazos menos.

- Unos días más tarde, mi madre se fue a la ciudad para comprar necesidades diarias. Como de costumbre, fui asignada a cuidar de otras dos hermas. Los primeros 10 minutos después de que ella se fue, yo hice las cosas que hago cada vez que ella sale a la ciudad. Fui al dormitorio de mis padres (no se me permitía hacerlo!), Acercó una silla, abro la puerta de la parte superior del armario, miró a su alrededor, lo mismo que he hecho muchas veces. En el último de los cajones, donde esta la ropa interior de mi madre, había una caja de joyería japonesa. La saqué y la abrí. En el interior había el collar de perlas que mi abuela le heredo el día de su boda, un par de aretes de perlas delicadas obsequiados por mi padre para un aniversario, y un elegante brazalete, que ella siempre escogía cuando salía con mi padre a cenar.

Me sentí atraído por estas colecciones caras, hice las cosas que cada niña de mi edad hacia: me los probé, mi mente estaba llena de fantasía brillante para crecer, pensé que sería tan hermosa como mi mamá, y también teniendo estos preciosos tesoros. Yo no podía esperar a crecer y dominar mis propios cajones, y decirles a los demás: No toque!
Pero mejor aun no me hice demasiadas ilusiones. Volví a tapar la caja de madera cubierta con un paño de fieltro rojo –pero me acorde que en el fondo de esa caja habían unos trozos de pequeños fragmentos blancos separados, para mí, esto empezaba a tener sentido.
Quite la pantalla de la lámpara, para ver con cuidado, y de acuerdo con mi intuición, me fui a la cocina, tome una silla y me subí para ver el gabinete de ese plato que mi madre quiere tanto y claro que si, esos fragmentos de porcelana, coincidian perfectamente con las grietas del plato, solo que estaban blancos como si fuesen de ayer
Me sentí inteligente y llena de respeto por estos restos sagrados, los puse de nuevo en la caja, con el trozo de tela para protegerlos. Ahora sabía que la porcelana guarda la historia de mi madre y el amor por nuestra familia, sin embargo, es digno de una leyenda, la porcelana de mi madre es memorable, una historia de amor que se ha extendido. Mis padres han estado casados por 53 años!
Mi hermana le preguntó a mi madre si ella le podría heredar el collar de perlas de la abuela, mi otra hermana quiere los pendientes de perlas. Yo estaría feliz de dar a estos bellos tesoros para ellas, porque para mí, prefiero los tesoros, con los cuales una mujer extraordinaria comenzó a vivir con su amor de toda una vida.

Prefiero tener los trozos y piezas de porcelana.


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Un cuento para ilustrarlo:



Cuentan que un experimentado conferenciante distribuyó unas hojas de papel a los miembros de su auditorio y les pidió que escribieran sus preguntas a fin de poder luego discutirlas y comentarlas.

El procedimiento funcionó muy bien hasta que abrió una de las hojas que le habían dado y observó que en el papel plegado sólo había escrita una palabra: “¡IDIOTA!

La leyó, sin inmutarse, en voz alta y se dirigió a su público:

-Damas y caballeros -declaró- En las múltiples conferencias que llevo dando desde hace años, muchas personas han escrito su pregunta y han olvidado firmar con su nombre, pero he decirles que esta es la primera vez que alquien firma con su nombre y olvida escribir su pregunta.


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La eleccion del paquete de galletas


Cuando aquella tarde llegó a la vieja estación le informaron que el tren en que ella viajaría se retrasaría aproximadamente una hora.

La elegante señora, un poco fastidiada, compró una revista, un paquete de galletas y una botella de agua para pasar el tiempo.


Buscó un banco en el andén central y se sentó preparada para la espera.

Mientras hojeaba su revista, un joven se sentó a su lado y comenzó a leer un diario.

Imprevistamente, la señora observó cómo aquel muchacho, sin decir una sola palabra, estiraba la mano, agarraba el paquete de galletas, lo abría y comenzaba a comerlas, una a una, despreocupadamente.

La mujer se molestó por esto, no quería ser grosera, pero tampoco dejar pasar aquella situación o hacer de cuenta que nada había pasado; así que, con un gesto exagerado, tomó el paquete y sacó una galleta, la exhibió frente al joven y se la comió mirándolo fijamente a los ojos.

Como respuesta, el joven tomó otra galleta y mirándola la puso en su boca y sonrió.

La señora ya enojada, tomó una nueva galleta y, con ostensibles señales de fastidio, volvió a comer otra, manteniendo de nuevo la mirada en el muchacho.

El diálogo de miradas y sonrisas continuó entre galleta y galleta. La señora cada vez más irritada, y el muchacho cada vez más sonriente.

Finalmente, la señora se dio cuenta de que en el paquete sólo quedaba la última galleta.

“-No podrá ser tan descarado”, pensó mientras miraba alternativamente al joven y al paquete de galletas.

Con calma el joven alargó la mano, tomó la última galleta, y con mucha suavidad, la partió exactamente por la mitad.

Así, con un gesto amoroso, ofreció la mitad de la última galleta a su compañera de banco.

“¡Gracias!”, dijo la mujer tomando con rudeza aquella mitad.
“De nada”, contestó el joven sonriendo suavemente mientras comía su mitad.

Entonces el tren anunció su partida…
La señora se levantó furiosa del banco y subió a su vagón.

Al arrancar, desde la ventanilla de su asiento vio al muchacho todavía sentado en el andén y pensó: “¡Qué insolente, que mal educado, qué será de nuestro mundo!

Sin dejar de mirar con resentimiento al joven, sintió la boca reseca por el disgusto que aquella situación le había provocado.

Abrió su bolso para sacar la botella de agua y se quedó totalmente sorprendida cuando encontró, dentro de su cartera, su paquete de galletas intacto.


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 El ego como maquinaria de proyección


Un hombre acude al doctor para decirle que su mujer se está quedando sorda y el médico le pregunta que cuál es el grado de sordera que tiene.

Como todo es cuestión de grados, para descubrirlo le dice que cuando ella esté cocinando, de espaldas su marido le debe preguntar ¿Qué estás cocinando? Pregunta que le hará a distintas distancias…


El marido le hace esa pregunta a seis metros de distancia y su mujer no dice nada. Después vuelve a preguntar a tres metros y tampoco contesta nada…Finalmente se la dice en el mismo oído…

Entonces ella se gira y le dice a gritos: ¡Por tercera vez te digo que estoy cocinando un pollo!

Alejandro Jodorowsky dice que este chiste nos muestra cómo proyectamos todo “en el otro”, le echamos la culpa al otro. Cuando alguien dice:

-Me dejó mi mujer…debería reflexionar y descubrir qué hizo para echarla de su lado
-Una mujer quiere tener un hijo…pero debería reflexionar por qué hace todo para no tener un hijo
-Nadie me quiere…pero, ¿tú quieres a alguien?

En resumen, si nosotros no damos, ¿cómo vamos a poder recibir?
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Perfume

Desde que era alcantarillero, Tahar se pasaba todas sus jornadas chapoteando entre los excrementos.
 

Un buen día, al salir de su trabajo, una perfumería despertó su curiosidad y entró en el establecimiento. Asombrado por todas estas fragancias desconocidas, aspiró profundamente para captarlas mejor, pero su cuerpo se puso rígido y perdió el conocimiento en el acto.

Trataron de reanimarle sin éxito. Le hicieron respirar sales, le dieron cachetitos en las mejillas, le rociaron con agua, pero todo fue en vano. Tahar seguía inconsciente.

Avisado, su padre se fue a toda prisa hacia la perfumería, provisto de una cajita de excrementos. Una vez allí, se acercó a Tahar y abrió la caja ante su nariz. Algunas segundos más tarde, éste se despertó, asombrado de encontrarse en una situación semejante.

Maestro: el proceso del crecimiento interior y del florecimiento de nuestro ser esencial necesita tiempo y insistencia. Por mucho que nos gustaría no pasaremos – como en este cuento – directamente de la alcantarilla a la perfumería de nuestro ser.

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Miedo a darme demasiado

-Maestro, al entrar en una relación tengo miedo a darme demasiado, porque suelo salir de ella frustrado y con las manos vacías.
-Medita y dale a tu niño interior lo que necesitó y le negaron. Luego sé adulto y desarrolla el don de dar sin esperar nada a cambio.
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 -Adaptación de un cuento tradicional oriental- 

Dar

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Todo lo que damos, Vuelve
"El espejo” -Adaptación de un cuento tradicional oriental-
Era una noche de lluvia y Cristian iba manejando por la desolada carretera. De repente vio un auto parado al costado y una señora de edad avanzada que sin dudas necesitaba ayuda; entonces decidió detenerse.
Cuando se acercó, la señora bastante desconfiada enseguida pensó que podía tratarse de un asaltante. Cristian percibió que ella tenía mucho miedo y le dijo: “Estoy aquí para ayudarla, no se preocupe. ¿Por qué no espera dentro del auto que está más calentito? Mi nombre es Cristian.”
Lo que había sucedido era que tenía una llanta pinchada. Cristian se agachó, colocó el gato mecánico y levantó el auto. Cuando apretaba las tuercas de la rueda ella abrió la ventanilla y comenzó a conversar con él. Le contó que no era del lugar, que sólo estaba de paso por allí y que no sabía cómo agradecerle por la valiosa ayuda. Cristian apenas sonrió mientras se levantaba del piso, todo sucio y embarrado.
Ella preguntó cuánto le debía. Cristian no pensaba en dinero, le gustaba ayudar a las personas, era su modo de vivir. Pero le respondió: “Si realmente quiere pagarme, la próxima vez que encuentre a alguien que precise de ayuda, acuérdese de mí y dele a esa persona la ayuda que precise.”
Algunos kilómetros después la señora se detuvo en un pequeño restaurant; la camarera vino hasta ella y con una dulce sonrisa le entregó una toalla para que seque su cabello. La señora notó que la camarera estaba varios meses de embarazo, pero la misma no dejó que la tensión y los dolores le cambiaran su actitud de amabilidad. A la señora le dio mucha curiosidad en saber cómo alguien que teniendo tan poco, podía tratar tan bien a un extraño. Entonces se acordó de Cristian. Después que terminó su comida, y mientras la camarera buscaba cambio, se retiró.
Cuando la camarera volvió a la mesa notó algo escrito en la servilleta, sobre la cual tenía 5 billetes de $ 100.
Le cayeron las lágrimas de sus ojos cuando leyó lo que la señora había escrito:
“No me debes nada, yo tengo bastante. Alguien me ayudo hoy y de la misma forma te estoy ayudando. Si realmente quisieras reembolsarme este dinero, no dejes que este círculo de amor termine contigo, ayuda a alguien cuando veas que lo necesite.”
Aquella noche llegó muy cansada a su casa y enseguida se acostó en la cama. Se quedó pensando en el dinero y en lo que la señora había dejado escrito.
¿Cómo puede esa señora saber cuánto ella y el marido precisaban de aquel dinero? Con el bebe que estaba por nacer el próximo mes, la situación económica estaba complicada.
Quedó sorprendida y agradecida por la bendición que había recibido ese día. Agradeció a Dios y se volvió hacia su marido que dormía a su lado. Le dio un beso suave y le susurró:
-Todo estará bien, Cristian…
Para reflexionar:
Cada día la vida nos presenta situaciones donde una o varias personas necesitan de nosotros…
¿Cómo es tu actitud frente a ellas? ¿Das lo que tienes, lo que necesitan en ese momento? ¿Das una palabra, una sonrisa, un abrazo, tu tiempo…?
Recordemos lo que la señora escribió en la servilleta y… ¡continuemos con el círculo de amor! Estemos atentos cada día para dar una mano y mejorar en un instante la vida de alguien, que en realidad ese alguien es el Universo mismo dándonos una oportunidad de servir desinteresadamente.
Tenemos muchísimas oportunidades para ayudar, veamos la unidad en la diversidad.


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